pasión por el discurso
Pensamiento insumiso y periodismo crítico
jueves, 13 de abril de 2023
Después de esta noche tienes algo mío
Si fuimos lejos como
un horizonte
jueves, 1 de diciembre de 2022
JULIO ESCALONA, DISIDENCIA Y POLíTICA REBELDE
(Orlando Villalobos Finol)
Julio
Escalona Ojeda es una Venezuela, representa un imaginario, una tendencia que va
más allá de la política y se convierte en llamarada cultural, artística y
poética; en fin, patrimonio inmaterial. Como él otros y otras sembraron patria
y labraron surcos.
Más allá de
cualquier reconocimiento, también hay que ponderar que las luchas de ayer
dieron paso a muchos derechos de hoy; que el cambio social es una trama
compleja y difícil, y sigue adelante a pesar de las barreras y sobresaltos.
A lo largo
de varias décadas, la voz de Julio Escalona aparece para preguntar y dudar,
criticar y diferir de políticas y gobiernos. Intenta siempre abrir caminos para
lo contrahegemónico y lo alternativo. Levanta banderas revolucionarias, y ya
esa palabra dice bastante.
En la
década de los años 50, fue activista contra la dictadura de Pérez Jiménez, en
los 60 fue estudiante de economía en la UCV y dirigente estudiantil, en los 70
da un giro de muchos grados y se lanza con la Liga Socialista, “para la
política abierta y legal, e incursionar en las instituciones burguesas” –en sus
palabras-. En la década de los 80 y 90 participa de experiencias de
organizaciones sociales. A partir de 1984 se incorpora como profesor en la UCV.
Con la victoria electoral de Hugo Chávez en 1998 cambia la política venezolana.
En el periodo 2010-2014 fue nombrado embajador alterno permanente ante la ONU.
Por más de 15 años fue columnista del diario Ultimas Noticias.
Su nombre
está ligado a procesos de lucha por la democracia y el socialismo, por superar
la desigualdad y por “conquistar el cielo por asalto”, una consigna del mayo
francés. Es militante, activista y protagonista de la política venezolana,
tenaz y generoso, polémico y arriesgado. Cosechó victorias y reconoció muchas
veces sus errores y derrotas, como cuando entendió que había sido derrotado el
movimiento insurgente y guerrillero de los años 60. O cuando la izquierda cayó
en la división y en el debate que no iba para ninguna parte.
Navegar sin naufragar
La historia
viva registra nombres y episodios, decisiones y omisiones, vidas y pasiones, en
las cuales hallamos enseñanzas y claves para entender los escenarios actuales
y, como dicen los viejos marineros, para navegar sin naufragar. Julio Escalona
es, sin duda, uno de esos nombres o personajes.
Nació en
Valencia, cerca del Campo de Carabobo, el 9 de enero de 1938. De familia
campesina, supo de limitaciones económicas. Acompañaba a su padre José Elías
Escalona, un campesino que se buscaba la vida desde antes del amanecer, en un
tiempo como vendedor ambulante y después como pulpero, en el cruce de la calle
López con la avenida Montes de Oca, en el sur de Valencia.
Estudió en
el liceo Pedro Gual, de Valencia. Sus estudios de economía los inició en
octubre de 1956, en la UCV. Vivió en la residencia universitaria, así que desde
temprano supo de reparto de volantes, marchas y proclamas contra la dictadura
de Pérez Jiménez. Promovió la huelga estudiantil universitaria del 21 de
noviembre de 1957 –a partir de entonces el 21 de noviembre se conmemora como el
Día del Estudiante Universitario-. También acompañó la insurgencia militar del
1 de enero de 1958, en Maracay, encabezada por el coronel Hugo Trejo. Estas
acciones sumaron aguas al vendaval que finalmente origina el 23 de enero de
1958, que acaba con la dictadura.
Se graduó
en 1961. Ya para entonces tenía recorrido en la militancia política. Ese año
participó como dirigente juvenil en la fundación del MIR, partido que se
escinde de AD.
La juventud del MIR
A principios de los
años 60 se expresó en los debates que ocurrían en AD. Desde el gobierno ese
partido promueve y ejecuta políticas en favor de los poderosos. Con Rómulo Betancourt en la
presidencia de la república, AD había renunciado a muchas de sus banderas de
justicia social y se amoldó a las políticas delineadas por Estados Unidos.
Después de la
dictadura hay un reacomodo de fuerzas y de clases. Los reclamos y
movilizaciones obreras son reprimidas. Dirigentes como Prieto Figueroa, Paz
Galarraga y Salón Mesa Espinoza conforman en AD, el partido de gobierno, una
corriente intermedia, mediadora, que un tiempo después, en 1967, dio lugar al
MEP. En AD estaba la presencia de una corriente de izquierda que en mayo de
1960 se constituye en el MIR.
La Juventud del MIR de
la que formó parte Escalona nutre a esa formación política. Entre los
principales dirigentes figuran Domingo Alberto Rangel, Moisés Moleiro y Américo
Martín. Julio Escalona aparece entre los fundadores del MIR.
En esos primeros años
del 60, fue presidente de la Federación de Centros Universitarios, FCU, de la
UCV, estuvo presente en un Festival Mundial de la Juventud en Viena y hace una
gira en la que visita la URSS (Moscú y Armenia), Hungría, Checoeslovaquia,
Roma, Sicilia y Túnez.
En 1962 se dictó en su
contra un auto de detención por incitación a la rebelión, acusación que se
utilizaba contra los disidentes políticos. En 1966 se incorpora al movimiento
por la lucha armada, en el oriente del país. Ingresa al Frente Guerrillero
Antonio José de Sucre, como parte de su comandancia. Ya para 1969 redacta el
documento de la Célula Dante, que fija posición en lo se denominó “proceso de
cuestionamiento interno del MIR”. Las ideas allí expuestas se convierten en una
referencia dentro del debate.
Las diferencias que ocurren
en el frente guerrillero culminan con su renuncia a la comandancia. “Fue una
manera de decirle a todo el MIR y a su aguerrida juventud, que no compartía las
políticas y los métodos de los demás miembros de la comandancia guerrillera (…)
no eran intocables. Hoy podían ser comandantes y mañana soldados”, anota Juan Medina
Figueredo (2010. Siglo XXI. Educación y revolución, Valencia, p.
61).
Anuncia que se quedará como un combatiente. Esa posición se mantiene por poco
tiempo. Los guerrilleros de la juventud del MIR, influidos por Julio Escalona,
y por Jorge Rodríguez en las ciudades, son acusados de fraccionamiento. El
frente guerrillero se divide. Escalona junto a Jorge Rodríguez, Fernando Soto
Rojas y Marcos Gómez, como principales articuladores, funda en 1969 la
Organización de Revolucionarios.
El movimiento
alternativo a la política del sistema finaliza la década del 60 muy debilitado.
No logra una interpretación a cabalidad de lo que sucede después de la
dictadura y experimenta el acoso y represión abierta de una política terrorista
de Estado, que tortura, asesina y deja una larga lista de desaparecidos. Son
tiempos de “guerra fría” y se aplica la doctrina de seguridad nacional, que
lleva el sello del Departamento de Estado. Los gobiernos de AD y Copei
aplicaron una lógica de amigo/enemigo. En esas condiciones cómo conseguir
espacios para la política. Esa reflexión recorre a la izquierda, dada la
imperiosa necesidad de conseguir cauces populares. Escalona y otros proponen
combinar las formas de lucha y de organización; sociales, políticas, abiertas,
legales y políticas.
Surge la Liga Socialista
Para las elecciones de
1973, desde la izquierda se ensayan políticas electorales diversas. El MAS
postula como candidato presidencial a José Vicente Rangel, quien obtiene el 4.2
por ciento de los votos. El MEP dio un traspiés. Prieto Figueroa en las elecciones
anteriores, en 1978, había cosechado el 20 % de los votos. La lógica indicaba
que debía repetir como candidato, pero se decide cambiar de rumbo y aparece la
opción de Paz Galarraga. Solo consiguió el 5 %. Esta era la izquierda electoral
y parlamentaria. La izquierda radical salía de la derrota y mira hacia
distintas direcciones, en unos casos participar, y en otras mantener el llamado
a la abstención. Julio Escalona, Domingo Alberto Rangel y otros proponen la
ruta del voto nulo, participar criticando, en un intento por estar “allí donde
están las masas”.
La campaña por el voto
nulo se lleva a cabo y se forman comités en algunos pueblos y ciudades. Cabe
anotar que transitoriamente se constituye un Frente Socialista Revolucionario
que incentiva la unificación a partir de una táctica electoral común. La
revista Trimestre Ideológico (enero-marzo
de 1973. N° 14, Caracas, p. 84-90) que
había surgido del Congreso Cultural de Cabimas, dirigida por Pedro Duno, J. R,
Núñez Tenorio y Luis Cipriano Rodríguez publicó un dossier sobre los
pronunciamientos de este Frente.
Como corolario de la
jornada, ya están echadas las bases para el surgimiento de una organización
legalmente constituida: Liga Socialista. El núcleo fundador lo integran los
cuadros legales Jorge Rodríguez, Carmelo Laborit, Norelkis Mesa, Esther Añez,
Orlando Yajure, Oscar Bataglini y otros. Los dirigentes de la OR permanecen en
la clandestinidad. Todavía no había condiciones para aparecer públicamente.
Escalona es uno de los
principales redactores de ensayos que fueron muy difundidos en los años 70 y
dieron luz y sustento a organizaciones populares: “¿Votar para qué?”, “La
táctica del voto nulo”, “La abstención
electoral y la necesidad de una táctica revolucionaria”, “CAP moderniza el
capitalismo dependiente”, y “Hay que trabajar sin falta allí donde están las
masas”. Estos trabajos circularon en el formato libro. Sirvieron de sustento
para el trabajo político.
La Liga Socialista
cumplió una misión: promover la organización popular, recuperar fuerzas, levantar
una opción política distinta. Creció en las principales ciudades venezolanas.
En 1978 se anota la victoria de conseguir la elección como diputado de David
Nieves, quien estaba en la cárcel. Como fortalezas, la política de la Liga
germinó en las universidades, en el trabajo sindical y en los barrios pobres.
En alianza con otros movimientos y partidos de izquierda ganó elecciones
sindicales –en el sindicato siderúrgico de Guayana, en el sindicato eléctrico
de Maracaibo, entre ellos- y en federaciones y centros universitarios. Su
debilidad principal fue el espíritu de secta, que atravesaba a la izquierda.
Proclamó que había que unirse con todo aquel que fuera posible. En los hechos
tuvo vacilaciones para dar ese paso. En 1976 sufrió el duro revés del asesinato
por la policía política del gobierno de su secretario general, Jorge Rodríguez.
Este acontecimiento devela la política represiva del Estado-gobierno.
El reloj se movió. En
1978 fue electo presidente Luis Herrera Campíns. Se legalizan una serie de dirigentes
políticos que se incorporan a la LS: Julio Escalona, Marcos Gómez, Fernando
Soto Rojas y otros. Pasa a ocupar el rol de secretario general y allí permanece
hasta principios de 1985. En 1983 se consiguió la reelección de David Nieves
como diputado, pero se esperaba más. Hubo timidez en las alianzas electorales,
otra vez el sectarismo.
El debate político y
las tensiones crecen en la Liga. Julio propone el reconocimiento de corrientes
internas y convertir al Comité Nacional en un centro de coordinación de las
propuestas e iniciativas en desarrollo. Eso no se aprueba y renuncia a la
secretaría general. Se retira de la Liga pocos meses después.
La ecología del bienestar
Desde 1985, se dedica
a la docencia universitaria, en la UCV. Fue profesor, investigador y director
de la Escuela de Economía.
Siguió adelante
promoviendo otra política. Pone el acento en las organizaciones sociales, en
formas de articulación y coordinación. Organizó el Primer congreso Venezolano
de Tecnología Popular y Primer Encuentro de Soluciones Alternativas, en la
Facultad de Ciencias Forestales de la ULA. En la UCV fue artífice del Congreso
Internacional de los Derechos Humanos.
En esa línea reflexiva
y práctica, en 1991 publica el libro “Hacia una ecología del saber”, con el
respaldo de la UCV y el Conac. En la década de los 90, apoyó, acompañó y
organizó grupos de estudio y de trabajo en Caracas, Maracaibo, Barquisimeto,
Valencia y otras ciudades. Lo hace desde la ecología del bienestar: “con un
tejido cultural diverso y multicolor, ecológico y espiritualista; con su red
comunicacional alternativa y las organizaciones comunitarias y la escuela como
un centro de vida, generadora de aprendizajes a su interior y en la comunidad;
con la agricultura del conuco (huertos familiares, labranza mínima, granjas
integrales, compost, riego por goteo, la recuperación y conservación de
semillas originales y de especies vegetales y animales; la alimentación y la
cocina; la medicina natural y popular, la construcción con viejos materiales
(arquitectura de barro) y nuevos materiales” (Juan Medina, 2010, p. 87).
En 2010 asume como
embajador alterno en la ONU. Con más posibilidades, difunde con más amplitud su
visión, participando en programas de radio y de televisión.
Ese año auspicia la
creación de Patria Urgente, una página web para reunir información e interpretación
sobre la situación venezolana.
No es lo mismo
Además de
los libros ya referidos, anotamos estos tres de su autoría: “Geopolítica de la
liberación. El siglo XXI de Chávez” (2016), editorial El perro y la rana; “La
producción, milagro ecológico. Lo que la economía no comprende” (2020,
editorial Trinchera); y “Puntofijismo y 23 de enero de 1958, la rebelión como
proceso”, editorial El perro y la rana.
Ha publicado artículos en distintas publicaciones. En
Política Exterior y Soberanía N° 3, de julio-septiembre de 2007, publicó: “Lo
inédito de la revolución venezolana”, donde examina el diálogo entre ciencia,
espiritualidad y filosofía.
Para Julio Escalona, y
para aquellos que defienden con ardor, pasión y convicción sus ideales son
válidas las palabras pronunciadas por Cristina Fernández de Kirchner (17 de
noviembre de 2022. Diario Página 12): "No es lo mismo equivocarse y que
cuando uno se equivoca es la propia vida y el propio cuero el que pone, que los
dirigentes políticos que se equivocan con el dolor del pueblo y la miseria del
pueblo y nunca pagan nada. No es lo mismo tener errores (…) por haber jugado a
un proyecto político que provocar dolor sin hacerse cargo”.
#PasiónPorElDiscurso
#JulioEscalona
#Periodismo
#PatriaGrande
LUDOVICO SILVA, LA REVOLUCIÓN TEÓRICA
(Orlando Villalobos Finol)
El 4 de diciembre de 1988 fallece en Caracas, su ciudad natal, Luis José Silva Michelena. Deja su nombre escrito como Ludovico, como le decían estudiantes y amigos cuando fue a estudiar a España. Su fecha de nacimiento es 12 de diciembre de 1937.
Estudió filosofía, literatura y filología en España, Francia –La Sorbona- y Alemania, por cuatro años. En 1969 se graduó en la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela, UCV, donde después fue profesor desde 1970 hasta 1986, cuando se enferma gravemente.
Es autor de un clásico, “La plusvalía ideológica” (1970), libro que le ha dado la vuelta al mundo y es influyente en América Latina. En la segunda edición de esta obra, en 1975, dice en el prólogo: “Para un escritor venezolano, eso es algo como pan con miel, o labio con teta, si es que hay alguien que encuentre algo más sabroso. Yo no estoy, a estas alturas, totalmente de acuerdo con este libro. Me parece algo exagerado. Pero bien se decía desde tiempos antiguos que la verdad consistía en una exageración”.
En ese libro y en el siguiente “Teoría y práctica de la ideología” (1971) hace un desmontaje del recetario funcionalista sobre el mundo de la comunicación y las relaciones de poder que se derivan de las agendas de los discursos mediáticos.
Con sus aportes, y de otros como Armand Mattelard, Héctor Schmucler y Antonio Pasquali, se pasa de centrar el estudio en los efectos –impacto- de los poderosos medios masivos a una lectura desde el pensamiento crítico, estableciendo las consecuencias ideológicas derivadas del consumo compulsivo del discurso mediático.
Ludovico hizo énfasis en la revisión crítica del análisis de Marx, a partir de las categorías de ideología y plusvalía. En una cita conocida de “La plusvalía ideológica” remarca: “Podemos pensar que en el taller capitalista de la producción material, la plusvalía es un producto específico, mientras que en el taller capitalista de producción espiritual, una plusvalía ideológica se produce con el objetivo final de fortalecer y enriquecer el capital ideológico del capitalismo para proteger y preservar el capital material” (La plusvalía ideológica, 3ra edición, 1977, p. 190).
Acuña el constructo intelectual de plusvalía ideológica y caracteriza las consecuencias que ello conlleva, en diálogo con Teodoro Adorno, autor de la Escuela de Frankfurt, quien genera el concepto de industria cultural, que tanto se repite y poco se estudia.
Publicó una amplia bibliografía que incluye, además, “Sobre el socialismo y los intelectuales” (1979) Ediciones Bárbara; “El estilo literario de Marx” (1971), Editorial Siglo XXI; “Marx y la alienación” (1974) Monte Avila; “Antimanual para uso de marxistas, marxólogos y marxianos (1975) Monte Avila, entre otros.
De su vertiente poética anotamos tres títulos: “Tenebra” (1964), México, Ediciones del Corno Ilustrado; “In vino veritas” (1977), Contexto; “Cadáveres circunstanciales” (1979), Fundarte.
Finalizamos con las palabras del profesor Nelson Guzmán, sobre Ludovico: “fue probablemente el filósofo más lúcido de la modernidad en Venezuela; su prosa tiene la peculiaridad de ser pulcra, conversacional y brillante. A diferencia del estilo manual de los escritores soviéticos, el estilo académico de los marxistas, y la escritura fragmentaria de Althusser, Ludovico recurrió a la poesía, a la novela, y a los grandes críticos de la literatura para ilustrar su razonamiento”.
La obra de Ludovico merece ser visitada y estudiada, para entender las formas ocultas empleadas para la manipulación e imponer el dominio de la irracionalidad capitalista, que empobrece a la mayoría material y espiritualmente.
#Periodismo #Literatura
#PasiónPorElDiscurso #LudovicoSilva
domingo, 24 de abril de 2022
PODERES, SABERES Y QUERERES
Los textos que aquí se reúnen son el resultado de la fuerza que busca hacerse sentir para exponer certezas y convicciones, y al mismo tiempo dudas e interrogantes. En todo momento, han hecho posible que pueda pensar en voz alta para conversar y decir. A veces para defender un punto de vista, otras para llamar la atención sobre algo extraordinario, que no debería pasar de manera inadvertida.
Estas son historias pequeñas, múltiples miradas, que muestran lo que somos, con sus pasiones, pequeñas victorias y a veces los dolores.
A
ratos son crónicas de lo cotidiano, que se alejan, lo más que pueden, de los
manuales que codifican el relato hegemónico, conocido, celebrado, que nada con
la corriente a favor.
Estas
son historias que buscan el registro de otras voces, que intentan interpretar
estas cotidianidades cada vez más complejas, y entender lo que nos ocurre, en
lo personal, y como comunidad, como país, como suele decirse.
El
atrevimiento va más allá. Quiere mirar ir más allá de los caminos que
encontramos hechos, de la propaganda que nos repiten, y de las etiquetas
políticas que nos limitan.
Los
textos aquí se autoconvocan y se juntan. Crean y recrean un mundo, que puede
verse como algo aparte, pero que responden a una finalidad precisa: registrar
las horas y las emociones, desde la perspectiva personal e intransferible.
Algo
ha cambiado. Vivimos en tiempos de transiciones aceleradas. Pasamos del reino
del imperio de la tinta y el papel al mundo digital o electrónico. Nuevos mitos
nos acechan.
Unas
supuestas redes sociales dicen que van a sustituir la familia, los camaradas,
los amigos del trabajo, los vecinos y la religión. En realidad son redes
virtuales, una burbuja de ilusión. Allí estás y no estás; te tengo y no tengo.
Pero no es poco lo que ocurre. Estas redes tienen usados, no usuarios. En
Internet creas una ”cuenta”. Este término es el mismo que usan los
bancos cuando tienes que guardar y administrar tu dinero. En Facebook hay dos
conceptos que se trastocan: biografía y amistad. Biografía es la trayectoria de
alguien a través de la vida. Ahora puede ser lo banal que la persona coloca en
un campo que lleva ese título: biografía: “Amanecí sin jabón”, “me mata el calor”,
vanidad de vanidades. El drama está en que si se banaliza tu biografía también
se banaliza tu vida. No se sabe dónde está lo valioso. Lo mismo sucede con el
concepto de amistad. Siempre se le consideró decisivo para el buen vivir. Ahora
es la “acumulación capitalista de contactos y de “me gusta” como signo que
supuestamente vincula”[1]. Abunda el narcicismo y el exhibicionismo. Hay mucho
contacto y nada de comunicación verdadera, aquella que los clásicos entendieron
como el acto de verse, mirarse, conocerse, apoyarse, complementarse y tocarse.
Esta
era nos obliga a re-pensarnos y re-situarnos para no correr detrás de la
computadora. Ya sabemos que “alguien tiene que
sembrar y cosechar arroz mientras otros están navegando en la web”[2].
Cuando
recorro de nuevo estos textos, para quitarles el polvo del camino, o para sumar
un nuevo sustantivo, concluyo que bastante caso le hice a lo que
recomienda Sully Prudhomme[3]: “Seamos como el pájaro
/ posado por un instante /en una rama frágil /que siente moverse /pero
entretanto canta /porque sabe que tiene alas”. Lo que ha tenido que ser dicho
se ha dicho.
Poderes, saberes y quereres
jueves, 24 de febrero de 2022
EL PODER DE LAS IDEAS
(Orlando Villalobos Finol)
En el
multígrafo está la explicación de eso que despectivamente llaman el panfleto.
Esa máquina prodigiosa permitía desenmascarar la puesta en escena de las
formalidades del poder, donde las hubiere. No digo que esté en el origen de lo
panfletario pero si en su difusión masiva.
Esa fue la fuente de relatos,
publicaciones, periodiquitos o como se le quiera llamar, que le dio alas al discurso
perturbador que desnudó la expresión cómplice, chapucera y acomodada, que se
pretendía verdad verdadera e inconmovible, desde el poder político o la
plataforma de los medios dominantes y hegemónicos. Nada estaba a salvo del
panfleto, un género vilipendiado.
Alí Primera lo dice claro en su
Canción Panfletaria: “Será panfletaria, mi canción no tiene nombre/ pero milito
con ella”. De algún
modo buscaba sacudirse el anatema y la descalificación que se le atribuía al
panfleto. ¿Lo habrá logrado? Hoy día es uno de los cantautores venezolanos más
recordados.
El asunto
es que comunicarse siempre fue una necesidad para decirle al otro de qué van
las horas, el porqué de las injusticias sociales, lo jodido de conseguir un
empleo digno y por qué no tenemos que conformarnos con la frase, que un
compañero del liceo Octavio Hernández, donde estudié el bachillerato, decía que
había escuchado de su abuelo: “Dichoso
aquel que va a ser explotado porque por lo menos tendrá trabajo”.
Nosotros no
la teníamos fácil. Queríamos mostrar líneas alternativas, evidenciar los
límites del capitalismo, con su secuela de guerras, desigualdad, exclusión y
pobreza material y espiritual; la explotación y agresión contra los bosques,
ríos y fauna, poniendo en peligro las fuentes de agua; denunciar y proponer, para
no conformarnos con ser “servidores de pasado en copa nueva”, según la advertencia
de Silvio Rodríguez.
Para
apoyarnos en el poder movilizador de las ideas teníamos multígrafos y bateas –técnica
de serigrafía-, principalmente. No era lo único, obvio. Nunca hay un solo
camino. Los periódicos, emisoras de radio y televisoras dejaban colar lo distinto
por cuenta gotas, pero eso no era suficiente para la voluntad y el pensamiento
contra… contrahegemónico.
El multígrafo
era una herramienta poderosa. Permitía imprimir comunicados, volantes y
periódicos que luego se distribuían en empresas, pasillos universitarios,
liceos y mercados. Esos eran los lugares ideales por la concentración de gente.
Era una
labor artesanal y laboriosa. Primero redactar el texto, luego transcribir en
plantillas sensibles –esténciles- que se colocaban en el multígrafo, conseguir
resmas de papel y tinta, lo más costoso, y todavía faltaba la mano de obra que
se dedicara a imprimir, con paciencia, corrigiendo cada vez que se moviera el
esténcil. Era milagroso imprimir 300 o 400 periódicos, que luego se repartían de
mano en mano en las puertas de Sidor, en el mercado Las Pulgas, en el muelle de
La Salina en Cabimas, o en el pasillo de Humanidades o Ingeniería.
Aprendí el oficio de escribir
redactando volantes y panfletos, corrigiendo notas para periodiquitos, como le decíamos. Había que
rehacerlos, conseguirle orden y concierto, sintaxis y ortografía. Con esas
notas reunidas, hacía la transcripción a las plantillas que iban al multígrafo,
con el cuidado de no equivocarme. Una letra demás o cualquier otro error era
una catástrofe, había que ser muy habilidoso para que aceptara una corrección.
Así fui aprendiendo y sin saberlo era como un editor no declarado, clandestino,
a motu proprio, por cuenta de la militancia.
Más difícil
–al menos para mí- resultaba la serigrafía, que nunca terminé por aprender. Esa
técnica, la batea, hacía posible que aquellos movimientos políticos, centros
estudiantiles y sindicatos imprimieran sus afiches. Hubo compañeros que se
hicieron expertos en ese arte y por tanto, en la propaganda. Cástor en Caracas,
aunque procedía de oriente. Para muchas jornadas de propaganda de la Liga
Socialista se hizo imprescindible, porque llegaba con un equipo de panas,
generaba las condiciones mínimas y producía los afiches. Tenía un lema: “Si no
hay cervezas, no hay afiches”.
Para la
serigrafía eran necesarios los bastidores en marcos de madera con nuestros
diseños, la emulsión fotosensible, una madera con una tira de caucho para
arrastrar la tinta sobre el bastidor de manera uniforme, la tinta, preparación
previa al estampado y mucha mano de obra y mística, para ir poniendo cada
afiche sobre cuerdas para el secado. Más o menos así hasta conseguir aquella
revelación: los afiches con contenido revolucionario, a un precio alcanzable,
resultado del esfuerzo propio. Eso se hacía porque había militantes y no
empleados. Gente que no alegaba cada dos por tres que estaba en el “lado
correcto de la historia”, así no más por repetir un eslogan.
Multígrafos y bateas, técnicas
vintage, permitieron que aquellos escritos subjetivos y emocionales,
panfletarios pues, le dieran sentido y cauce a las luchas populares, porque
sembraron sentimientos e ideas de cambio. Casi nada. (Orlando Villalobos Finol/ Ilustración: Enrique Colina).
#Periodismo
popular.
UN PERIODISMO APASIONADO
(Orlando Villalobos Finol*)
El profesor Antonio Pasquali
explicaba en sus libros, y en sus clases, la importancia de distinguir entre
comunicación y medios o aparatos masivos. La comunicación es un asunto de seres
humanos y no de aparatos. El medio en cambio es el “canal artificial”,
“artefacto transportador de mensajes especialmente codificados”. El medio es un
canal de TV, de You Tube, una emisora de radio.
Todo eso hay que actualizarlo ahora
en esta era de cambios tecnológicos acelerados. Hay quienes muestran el
fantasma del periodismo artificial y de un modelo de periodismo sin humanos,
dominado por algoritmos.
Ese periodismo sin humanos ya
existe, con noticias redactadas y leidas, para la televisión, por robots. Si
como no, existe, pero no es igual. Los algoritmos no
analizan, ni interpretan, solo ordenan datos. No le ponen sabor a las horas. No
hablan con fuentes, ni buscan testimonios, ni se asustan, ni se conmueven.
Hacen lo que alguien programa.
Ese periodismo artificial está
hecho a la carta, produce las noticias que el sistema y el big data permiten,
pero no aquellas que hacen tambalear a los poderes de facto, como el de las
transnacionales.
El periodismo bien hecho se nutre
de testimonios y convicciones; con pasión y sin perder la brújula, como lo
cuenta Isabel Allende:
“Esto es lo que necesito para los personajes de mis libros: un corazón
apasionado. Necesito inconformistas, disidentes, aventureros, forasteros y
rebeldes, que hacen preguntas, tuercen las reglas y toman riesgos”.
*Periodista/ profesor de la Escuela de Comunicación Social, Universidad del Zulia/ Ilustración: Veruska Cavallaro.
NUESTRO CINE
(Orlando Villalobos Finol)
En un “Un lugar en el mundo” (1992) de Adolfo Aristarain, dice un personaje (Cecilia Roth): “Yo extraño más a Madrid que a Buenos Aires. Fuimos muy felices allí. No sé por qué carajo nos vinimos”. Federico Luppi, le replica con su apego a la tierra: “Nos vinimos porque nunca nos fuimos. Teníamos que volver, no había otra”.
Es el cine
nuestro latinoamericano que registra la mala hora, la desigualdad social y
política; la hazaña del que supera las dificultades y la épica del que abre
caminos.
Son las
películas, hechas a pulso y convicción, que había que hacer y mostrar. Más por
amor al arte que por obligación. Las que después rodaron por cines clubes,
pasillos y auditorios universitarios, sindicatos y barrios con cines
destartalados, como en el que yo vi la primera película. El techo eran las
estrellas y si llovía se suspendía la función.
“Fue en ese cine, ¿te acuerdas?/ En una mañana al este del Edén/
James Dean tiraba piedras/ A una Casablanca, entonces, te besé.
Aquella fue la primera vez/ Tus labios parecían de papel/ Y a la salida,
en la puerta/ Nos pidió un triste inspector nuestros carnets”, dice Luis
Eduardo Aute como homenaje al cine.
En “La
Patagonia rebelde” (1974), de Héctor Olivera, se relata la masacre de
campesinos y obreros que buscaron salir de la desgracia y mejorar la vida. En
“La lengua de las mariposas” (1999), de José Luis Cuerda, en pleno golpe de
Estado español –lo que la liturgia oficial consagra como la guerra civil- el
fanatismo hace de las suyas y liquida al maestro del pueblo, un republicano
encarnado por Fernando Fernán Gómez.
“Caín
adolescente” (1959), de Román Chalbaud, es un torbellino de bajas pasiones,
miseria y corrupción que atrapa y excluye a muchos; es la lucha entre la
inocencia y la perversidad.
En
“Pademonium, la capital del infierno” (1997), otra de Chalbaud, se narra lo
grotesco y el desbordamiento marginal en
la sociedad venezolana. En “Libertarias” (1996), de Vicente Aranda, un grupo de
milicianas anarquistas defienden ideas feministas, en medio del combate contra
el franquismo.
En “Caño
Mánamo” (1983), de Carlos Azpúrua, el mito del desarrollo queda al descubierto.
Cerraron ese caño, en el Delta del Orinoco venezolano, para
someter la naturaleza con la promesa de convertir el delta en un granero, y de
paso a Guayana, “en la clave del desarrollo de Venezuela”, y aquello devino en
la catástrofe de una mortandad de indígenas warao y la destrucción ambiental en
la zona.
El profesor Benito Díaz organizó un encuentro con maestros y
gente de la comunidad en el núcleo de la ULA, en Boconó, y me propuso que
llevara unas líneas. Pasé varios días dándole vueltas al asunto, hasta que lo
tuve claro: Caño Mánamo, que mejor. En el Centro Audiovisual de Humanidades
conseguí una copia en BHS, un formato en desuso que había que copiar como
video. Cómo nos costó. Cuando la vimos nos conmovió.
“La ley de
Herodes” (1999), de Luis Estrada, muestra como un funcionario sin historia, ni
formación, es escogido a dedo por el partido para convertirse en el presidente
municipal, algo así como un alcalde, y allí hace de la corrupción la práctica
cotidiana. “Te tocó La Ley de Herodes, o te chingas o te jodes”.
En “Los
olvidados” (1950), del estelar Luis Buñuel, aparece la vida criminal y violenta
de adolescentes y jóvenes que viven en la marginalidad.
Estas
películas -y tantas otras de nuestras pasiones- ofrecen marcos de
interpretación de los que nos toca vivir; dejan al descubierto los mitos y leyendas
que el cine predominante y hegemónico exhibe, como parte de la comunicación que
viene principalmente de Hollywood, para colonizarlos y desencaminarnos.
#Cine.